En general, la población cada vez se alimenta peor y maltrata su organismo con comida ultraprocesada y rica en grasa y azúcares y harinas refinadas. No favorecen la salud digestiva, las grasas, por ejemplo, tienen efecto inflamatorio dificultando la digestión y la absorción de nutrientes.

Las grasas también provocan una mayor segregación de ácido gástricos aumentando la probabilidad del desarrollo de gastritis y reflujo gastroesofágico. Alimentos ricos en grasas son carnes de vaca, cerdo y cordero; embutidos; lácteos enteros; bollería industrial; y alimentos cocinados y ultraprocesados.

El Dr. Domingo Carrera, médico especialista en nutrición de CMED, explica que los azúcares y harinas refinadas alteran la secreción de la insulina con el consiguiente aumento del nivel de triglicéridos en el hígado, lo que puede traducirse con el paso del tiempo en la aparición de una patología denominada hígado graso.

Por otra parte, hay alimentos ácidos como son los cítricos y el tomate y el pimiento entre otros, pueden favorecer patologías digestivas, pero siempre y cuando exista una patología de base. Este pH ácido en personas con enfermedades digestivas puede alterar las vellosidades intestinales y disminuir la absorción de nutrientes a la vez que provocar desequilibrios en la microbiota intestinal.

Sin embargo, un ambiente alcalino tiene un efecto antiinflamatorio y favorece la flora intestinal. Los alimentos que lo favorecen se encuentran las frutas y verduras (menos el tomate y los cítricos); pescados blancos; lácteos desnatados (especialmente el kéfir); huevos y carnes magras.