El ejercicio es imprescindible para prevenir diferentes enfermedades, entre ellas, algunos tipos de cánceres gástricos y también la obesidad, que lleva asociadas otras patologías como los accidentes cerebrovasculares, la diabetes, problemas en las articulaciones y problemas psicológicos.

El envejecimiento es un proceso natural, pero que puede verse "intervenido" por algunos hábitos que pueden hacer que vivamos con salud el mayor número de años posibles, ya que la vida es la ausencia de enfermedad.

La dieta es fundamental a la hora de prevenir múltiples enfermedades: cáncer (digestivos, mama, prostáticos, etc.), diabetes, obesidad, infartos e ictus (estas dos últimas son las principales causas de mortalidad a nivel mundial), entre otras. Una dieta basada en la dieta mediterránea, que sea rica en verduras y frutas, carnes y pescados blancos, cereales integrales y pobre en carnes rojas, grasas saturadas y que, además, se minimice al máximo el consumo de azúcares y harinas refinadas, también disminuye el riesgo de sufrirlas en pacientes con predisposición genética o herencia.

Aunque ya se sabía que la práctica de ejercicio era junto con esta dieta un pilar fundamental para mantener la salud, últimos estudios ponen de relieve que además puede revertir en parte los efectos del envejecimiento sobre las funciones fisiológicas más importantes del organismo: previene la aparición de determinados tipos de cáncer, de padecer osteoporosis y aumentar la longevidad. Los ejercicios deben ir encaminados a mejorar la capacidad cardiorrespiratoria, la flexibilidad, el equilibrio y, por supuesto, la función muscular.

Precisamente, las almendras tienen un papel muy importante a la hora de mejorar la musculatura que se va desgastando con la práctica de ejercicio, apunta el Dr. Domingo Carrera, médico especialista en nutrición de CMED.

De hecho, las almendras favorecen la disminución del colesterol malo (LDL) y el aumento del bueno (HDL); son fuente de calcio, magnesio y fósforo, que ayudan a fortalecer los huesos; el contenido en zinc y vitamina E consiguen mejorar la función del sistema inmunitario y poseen isoflavonas, con gran capacidad antioxidante, explica el Dr. Carrera.

Añade que otros frutos secos como las nueces, las avellanas y los pistachos; el agucate y los pescados azules, también serían buenos para los músculos y, por tanto, para mantener la función muscular, imprescindible para la práctica de ejercicio.