Un estudio publicado en la revista científica Jama pone de manifiesto que un consumo elevado de pescados y mariscos no supone un riesgo añadido para sufrir enfermedades cardiovasculares, aunque sí puede afectar a glándulas tiroides, suprerrenal y riñón.

El Dr. Domingo Carrera, médico especialista en nutrición de CMED, explica que los beneficios de comer pescado y marisco son superiores a dejar de ingerirlos. 

El especialista recomienda que se debe variar la especie y no tomar únicamente pescados grandes, como el atún o el pez espada, que son los que más cantidad de mercurio contienen. Esto incluye también a la cabeza de los crustáceos, por lo que, por ejemplo, se pueden tomar gambas o langostinos, pero evitando consumir la cabeza de los mismos. 

Se debe alternar su consumo con pescados azules como el salmón, la trucha, la caballa o las sardinas y con pescados blancos, que no almacenan mercurio.

El Dr. Carrera explica también que aunque no haya una relación directa entre la muerte por enfermedades cardiovasculares y el consumo de estos pescados, sí que se sabe que una ingesta excesiva puede afectar al sistema nervioso central, al aparato digestivo, a los ojos y a la piel.

 

 

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