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Trastornos de la conducta alimentaria: anorexia, bulimia, vigorexia, megarexia, ortorexia.
Madrid 14/03/2019
Existen diferentes trastornos de la conducta alimentaria en los que hay una percepción alterada de la imagen del cuerpo. Entre ellos se encuentran: anorexia nerviosa, bulimia, megarexia, ortorexia, vigorexia, etc. Todos son trastornos psiquiátricos que requieren una actuación multidisciplinar, pero en los que es necesario un abordaje psiquiátrico y psicoterapéutico inicial. Una vez que el paciente es consciente de su enfermedad y está en manos de psiquiatras y psicólogos, es posible iniciar conjuntamente el abordaje nutricional. Si el problema no es tratado a tiempo, puede acarrear problemas de salud muy graves:
- Anorexia Nerviosa: bajo peso, desnutrición y, si no se trata, podría tener una evolución fatal que termine en fallecimiento del paciente.
- Bulimia: puede conllevar tanto sobrepeso como bajo peso, en función de los atracones de comida y los episodios de vómitos.
- Megarexia y trastorno por atracón: suele desembocar en Obesidad.
- Vigorexia y ortorexia: carencias nutricionales o excesivo consumo de algún nutriente que altera el balance nutricional.
La característica común de estos trastornos es una alteración de la percepción del propio cuerpo, conocida científicamente como dismorfofobia. En estos casos el paciente se mira al espejo y ve una imagen que no se corresponde con la imagen real que le devuelve el espejo. En el caso de la anorexia los pacientes se ven con sobrepeso incluso cuando ya están con muy bajo peso. El megaréxico se ve fuerte y musculado cuando en realidad tiene sobrepeso u obesidad. Por su parte, los pacientes con vigorexia se ven con poco músculo cuando en realidad están muy musculado por el gran ejercicio que hacen.
En muchos de estos casos, los pacientes o sus familiares acuden primero a una consulta de nutrición ya que ven que el problema es con la alimentación: no comen; comen mucho y luego vomitan; se levantan durante la noche a comer compulsivamente; sólo comen alimentos orgánicos y naturales; se en exclusiva de proteínas para desarrollar músculo; comen continuamente comida basura, ultraprocesada y poco saludable.
En todos estos casos, los pacientes presentan problemas de salud por su relación anómala con la comida, y hay que informarles de que a su vez es un problema de origen psiquiátrico, que debe ser tratado por médicos especialistas en psiquiatría y/o psicología. Una vez que el paciente está en tratamiento psicoterapéutico, es cuando se puede iniciar el plan de tratamiento nutricional, ya que si no existe una estabilidad psicológica y emocional el paciente no podrá llevar a cabo ningún tipo de dieta.
Una vez identificado el tipo de trastorno que se padece, se actúa de forma individualizada en cada caso, tanto en la parte psicológica como en la nutricional, porque ningún paciente, a igual patología, es igual que otro. La recuperación nutricional y de los problemas de salud derivados de un paciente puede ser total, pero va siempre de la mano de la recuperación psicológica. Los pacientes con cualquier tipo de dismorfofobia suelen presentar una personalidad especial y una sensibilidad aumentada. Normalmente, existe un antecedente traumático en el pasado, que en la mayoría de los casos se sitúa en la infancia y en el seno familiar. Además, la presión que ejerce la sociedad actual respecto a la imagen corporal ideal es un agravante más de estas patologías.
Al ser pacientes con una gran sensibilidad y, especialmente con todo lo relacionado con la comida, hay que tratar el aspecto nutricional de una forma que no suponga una incomodidad, con tacto y empatía. La persona con anorexia podría decirse que tiene “terror” a engordar, por lo que hay que manejar su alimentación para que se alimente sana y equilibradamente, para mantener un peso normal. En los casos de vigorexia se debe conseguir que el paciente equilibre su alimentación, pero sin que esto conlleve perder excesivamente su masa muscular. En los pacientes con megarexia o trastorno por Atracón se debe realizar un plan nutricional para tratar el sobrepeso y la obesidad, pero debe hacerse una actuación a largo plazo, donde se cambien los malos hábitos alimentación por otros más sanos.
El objetivo de los tratamientos de los pacientes con alteración en la percepción de sus propios cuerpos es siempre de medio y largo plazo y consiste en cambiar esa relación anómala con la comida por una relación más equilibrada y saludable. Se debe intentar corregir el hecho de que la comida sea tanto un enemigo (anorexia o bulimia) como un vehículo para calmar angustia, ansiedad y frustración. Se trata de que el paciente coloque la comida en su contexto más real: que es necesaria para vivir y estar sanos y que proporciona un placer al paladar, pero sin sobredimensionar este placer o utilizar los alimentos como vehículo de nuestras emociones. Si se utiliza la comida como “bálsamo” para mitigar angustias vitales y ansiedad, acabará presentándose una alteración y un desorden alimenticio. Este aspecto es de difícil manejo ya que, por influencias culturales en nuestro país muy arraigadas, se utiliza la comida para demostrar cariño, para calmar la ansiedad, para acompañarnos en la tristeza de un fallecimiento, en la alegría de un logro, etc., por eso es fundamental que el aspecto psicológico sea controlado por un especialista.
Para que el tratamiento nutricional funcione debe ser percibido por el paciente como una parte más del tratamiento de su enfermedad: para recobrar su salud. Una vez conseguido este hecho, los pacientes son más receptivos a los planes nutricionales específicos con lo que poco a poco van consiguiendo también que mejore su salud y la percepción que tienen de sus cuerpos, siendo cada vez más real.
Todo este proceso requiere tiempo y vigilancia continua. No es un proceso fácil ni rápido, pero es necesario ya que las consecuencias a largo plazo de no tratar estos problemas suelen conllevar hospitalizaciones, complicaciones severas de salud, depresión aguda (que puede terminar incluso en suicidio), o alteraciones del estado general de salud que desemboquen en el fallecimiento.
Es un problema muy serio de salud en el que debe estar implicado todo el entorno del paciente: pareja, familia, amistades y, por supuesto, médicos y terapeutas. También se debe trasmitir durante todo el proceso al paciente que una vez reconocido el problema “el espejo volverá a ser un amigo” y le devolverá una imagen real y sana sobre sí mismo.
Dr. Domingo Carrera Morán, médico especialista en nutrición del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas