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Sol, vitamina D y salud
Madrid 03/10/2019
El sol ha demostrado ser el principal causante del cáncer de piel, que es el tipo de tumor más frecuente. El uso de fotoprotectores solares protege de los rayos ultravioletas causantes del cáncer de piel a la vez que hace que sea más difícil para la población beneficiarse de la vitamina D procedente del sol.
En la actualidad en nuestro país el 80% de la población tiene déficit de esta vitamina, es decir, tener valores en sangre por debajo de 30 mg/dl. La proforma de vitamina D3 se puede sintetizar en el cuerpo a partir de determinados nutrientes que se encuentran en algunos alimentos, al ser una vitamina hidrosoluble. Ésta está presente principalmente en las grasas insaturadas de pescados azules y pequeños (sardinas, caballa, boquerón, jurel y anchoa) y en menor medida en pescados azules grandes (salmón, trucha y emperador). También se encuentra en otras grasas saludables como son aceite de oliva, aguacate y semillas (sésamo, cáñamo, chía y lino), además de en la yema del huevo y frutos secos como almendra, nuez y anacardo.
Esta proforma de vitamina D3 que ingerimos necesita el efecto de las radiaciones solares para transformarse en vitamina D3 activa, totalmente necesaria para que el calcio que circula por el organismo se deposite en los huesos, ya que si no se tiene el nivel suficiente de vitamina D3 activa el calcio se eliminará por la orina dando lugar a un hueso más frágil y menos mineralizado con el consiguiente aumento de fracturas y mayor dificultad de consolidación de los huesos fracturados. Por ejemplo, si la fractura aparece en la cadera en una persona mayor de 70 años, el riesgo vital es más alto debido a la larga inmovilización que produce esta lesión y al largo periodo de encamamiento, que aumenta el riesgo de aparición de neumonías e infecciones graves de lenta recuperación que ponen en riesgo la vida de la persona afectada.
La paradoja de que en España, un país que se caracteriza tanto por el sol como por la dieta mediterránea, exista déficit de vitamina D entre la población (similares a los de países como Suecia o Islandia), se debe a que la concienciación del peligro de los rayos ultravioleta procedentes del sol ha hecho que no se tome demasiado, a pesar de con 15 minutos al día sería suficiente y que pueden tomarse a horas en los que nos son muy nocivos como las 09:00 o las 19:00 horas. Sólo con este tiempo se conseguiría tener los niveles adecuados de vitamina D3 activa. Por otra parte, hay que destacar que las nuevas generaciones están abandonando la dieta mediterránea (pescado azul, frutos secos) y están optando por opciones menos saludables como la comida rápida donde existe un volumen alto de carne roja y alimentos ultraprocesados.
Además, recientes estudios están vinculando los bajos niveles de vitamina D y un aumento del riesgo cardiovascular. El motivo es que el calcio que circula por el organismo, en vez de depositarse en los huesos, lo haga en las placas de colesterol de las arterias y sus paredes, endureciéndolas y aumentado el riesgo de rotura y pérdida de flexibilidad.
Para dejar de tener unos niveles de vitamina D similares a los de los países nórdicos, la población debería volver a tomar el sol con protección más baja en horas en las que los rayos UV no son tan nocivos y a consumir más alimentos como los pescados azules, frutos secos (siempre con moderación) y aceite de oliva.
Dr. Domingo Carrera Morán, médico internista especialista en nutrición del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas