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Lo que comemos influye en la formación de cálculos biliares y de riñón
Madrid 18/07/2019
Los cálculos son comúnmente conocidos como piedras. Estos pueden originarse tanto en la vesícula biliar como en el riñón. La alimentación influye en su formación y hay que tomar una serie de medidas dietéticas para expulsarlos de manera natural o bien después de la cirugía para eliminarlos.
Los cálculos en la vesícula biliar se deben a una serie de factores, entre los que se encuentran la predisposición genética asociada elevados niveles de colesterol y triglicéridos en sangre. La mayoría de los cálculos biliares están formados por estos dos compuestos más sales de calcio. La elevada presencia de grasa en sangre, unida al oxalato cálcico y herencia genética, hace que éstos cristalicen en forma de cálculos que se acumulan en la vesícula. Al intentar eliminarse de manera natural y no conseguirlo, el paciente sufre dolores tipo cólico después de la comida, momento en el que se vacía la vesícula para expulsar la bilis y ayudar en la digestión de las grasas. A veces el síntoma principal es la dispepsia o mala digestión de las comidas, ligadas a flatulencia y sensación de plenitud. Esto se debe a la dificultad de la vesícula con cálculos para expulsar al aparato digestivo la suficiente cantidad de bilis para poder hacer la digestión de manera adecuada.
Un excesivo consumo de grasas saturadas, azúcares, carbohidratos y alcohol, contribuirá a unos niveles altos de colesterol y triglicéridos. Estos malos hábitos alimenticios unidos a una predisposición genética, aumentarán el riesgo de que se formen cálculos en la vesícula biliar.
Las personas con sobrepeso y obesidad (las cuales tienen normalmente tanto hipercolesterolemia como hipertrigliceridemia) y las mujeres de mediana edad, son los principales colectivos afectados por esta patología. Los hábitos alimenticios de estos deben cambiar de forma que reduzcan el consumo de grasas y alcohol, dulces y harinas refinadas industriales con el objetivo de disminuir el nivel de triglicéridos en sangre.
Uno de los peligros de los cálculos biliares es que en un intento de expulsión de la vesícula, lleguen al páncreas a través del conducto colédoco, provocando una pancreatitis, patología grave y potencialmente mortal que requiere hospitalización del afectado.
Diagnosticados los cálculos en la vesícula (colelitiasis), el único tratamiento existente es quirúrgico, extirpando por laparoscopia la vesícula. Sin embargo, tras la intervención hay pacientes con problemas para digerir bien las grasas. Ante este problema, debe limitarse el consumo de grasas (frituras, empanados, carnes rojas, pescados muy grasos, lácteos enteros, comida rápida y bollería industrial). Otros pacientes, en cambio, presentan dificultades para digerir los cítricos y vegetales con mucha clorofila (brócoli, espinacas). En estos casos, la única opción para evitar los síntomas es moderar el consumo de estos alimentos.
En el caso de los cálculos en el riñón y la vía urinaria también hace falta un factor predisponente genético para que se formen los cálculos. La mayoría de los cálculos renales están compuestos por ácido úrico, colesterol, una suma de ambos y oxalato cálcico. Con lo cual, el exceso de ácido úrico o colesterol en sangre favorece su aparición. El ácido úrico puede elevarse por el excesivo consumo de carnes rojas (ternera, cordero), cerdo y embutidos, mariscos y alcohol. Además, también influye la ingesta de alimentos en purinas como tomate, brócoli, espinacas, espárragos y champiñones. También un excesivo consumo de sales cálcicas como el oxalato cálcico y citrato cálcico puede hacer que se formen cristales de ácido úrico y colesterol que darán lugar a la formación de cálculos. Estas sales están muy presentes en las bebidas con gas y en los alimentos ultraprocesados.
Una vez formado el cálculo, al intentar ser expulsarlo por el riñón a través de la orina, el paciente padecerá un dolor tipo cólico muy doloroso. Si los cálculos son pequeños, se podrán expulsar espontáneamente, aunque no sin un proceso doloroso. Si son grandes deberán fragmentarse y convertirse en arenilla, a través de tratamientos como la litotricia mediante ondas de choque. Si es muy grande o está situado en el a su funcionamiento, el paciente requerirá una cirugía para extraerlo.
Para evitar que vuelvan a aparecer en personas con predisposición genética, se debe mantener un consumo muy moderado de alimentos con grasa, purinas y sales cálcicas. Además, es fundamental beber mucha agua, ya que a través de la orina se expulsan sales minerales, ácido úrico y colesterol antes de que cristalice y se forme el cálculo.
Tomando esta serie de medidas dietéticas, se podrá prevenir su formación, minimizar su sintomatología y la aparición de nuevos cálculos.
Dr. Domingo Carrera Morán, médico especialista en nutrición del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas