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Intolerancia a la fructosa: qué es, síntomas, diagnóstico y tratamiento
Madrid 21/02/2019
Una de las últimas intolerancias alimentarias que se han descubierto es a la fructosa (fructánidos). Los pacientes con esta patología no pueden digerir ni metabolizar los fructooligosacáridos y disacáridos (azúcares) de los alimentos a nivel de la mucosa intestinal por un defecto enzimático. Al no poder ser digeridos, comienza un proceso de fermentación que provoca dispepsia, cuyos síntomas más característicos son: dolor e hinchazón abdominal, gases, diarrea, digestiones pesadas, etc.
La sintomatología aparece cuando se ingieren alimentos con un alto nivel de fructosa o fructánidos, a la cabeza de los cuales se encuentran las frutas. Pero también está presente en verduras, frutos secos, cereales, legumbres y tubérculos. Es decir, está en alimentos sanos y que son necesarios para una correcta alimentación. Por este motivo, los pacientes con intolerancia a la fructosa requieren un seguimiento médico para que al dejar de consumir o consumir menos estos productos, su estado de salud no se resienta.
La intolerancia a la fructosa es una enfermedad de nuevo diagnóstico, por lo que en la actualidad existe cierto desconocimiento sobre la misma, incluso dentro de la comunidad médica. El diagnóstico de esta enfermedad tiene que hacerse tanto en base a la historia clínica del paciente (anamnesis) y a pruebas de laboratorio.
El test de hidrógeno exhalado por el paciente mide el grado de malabsorción e intolerancia de los fructánidos a nivel intestinal. Los pacientes afectados no pueden digerir estos azúcares, con lo que fermentan en el intestino debido a la acción de las bacterias intestinales y se genera una cantidad inusual de hidrógeno que se puede medir en el aliento del paciente. Si esta prueba resulta positiva hay que apoyarse en la historia clínica y en la relación causa-efecto de la exposición del paciente a los alimentos que contienen fructosa para realizar el diagnóstico y comenzar un tratamiento.
La intolerancia a la fructosa se comporta como una especie de alergia alimentaria, por lo que el tratamiento más efectivo para manejar la sintomatología es un proceso de desensibilización al alérgeno que provoca la enfermedad. Es lo que se conoce como plan FODMAP. Consiste en retirar de la dieta por un periodo de entre 6-10 semanas los alimentos que contienen fructosa.
La primera fase es muy drástica, ya que el paciente no tiene que exponerse o hacerlo de una manera ínfima a alimentos que contenga fructosa. Esto supone que no se pueden consumir frutas, tubérculos y frutos secos, y, sólo de una manera residual consumir alguna verdura de hoja verde (tienen un nivel de fructosa mínimo) y legumbres como la lenteja y el guisante. El resto de alimentos se pueden consumir de manera normal. Durante este periodo de retirada, el paciente experimenta una notable mejoría a nivel general y la desaparición de la sintomatología.
Después de 6 semanas, se van reintroduciendo a la dieta algunas frutas, como moras, fresas, frambuesas, arándanos y papaya, y algunas verduras, pero se deben tomar siempre en cantidades mínimas y no todos los días. Este plan tiene una duración de 4 semanas. Si el paciente no empeora su estado y no presenta síntomas, se va aumentando progresivamente la ingesta de estas frutas y verduras también por un periodo de 4 semanas.
De forma paulatina, se van introduciendo más frutas y verduras, legumbres y tubérculos, siempre en periodos de 4 semanas. Después de 4-6 meses ya se han ido reintroduciendo en la dieta la mayoría de alimentos que estaban totalmente restringidos al principio.
En un alto porcentaje de los casos, los pacientes se llegan a desensibilizar a la fructosa, lo que se traduce, en que no hay dispepsia y el estado de salud general del paciente mejora. Sin embargo, hay que tener en cuenta, que puede aparecer de forma esporádica la sintomatología cuando se consumen algunas frutas y verduras con un alto contenido en fructosa. Esto supone que quizá tengan que prescindir del consumo de estos alimentos. Y también es fundamental que estos pacientes no hagan ingestas masivas y frecuentes de frutas y verduras, ya que una vez realizado el proceso de desensibilización su cuerpo las tolerará pero en cantidades moderadas por lo que el balance nutricional de los afectados no tiene porqué resentirse.
Es recomendable que los pacientes que presentes síntomas de intolerancia a la fructosa acudan a un médico especialista en nutrición, ya que éste establecerá un plan personalizado para cada paciente que, en algunos casos, debe ser complementado con suplementos alimenticios que contengan los nutrientes de los alimentos no tolerados pero sí todas sus propiedades beneficiosas para la salud. Además de ser necesaria, la realización de pruebas durante todo el proceso para que la salud del paciente no se vea resentida en ningún momento.
Dr. Domingo Carrera, médico especialista en Nutrición del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas